
A Anna F. (22 años) hace ya cuatro años y medio le comunicaron que padecía un trastorno hematológico que reduce las células de la médula ósea. Entonces cursaba segundo curso de ADE. Los colaboradores del proyecto le traían los apuntes e incluso la asistían mientras hacía los exámenes desde casa. “Todo depende siempre de cómo te encuentras físicamente, pero el proyecto Studia te pone las cosas más fáciles y si el día del examen no te encuentras bien, te lo aplaza. Siempre piensan en tu bien y te motivan para seguir adelante”, explica. Anna consiguió superar cada reto y ahora solo le queda una asignatura y el proyecto de final de carrera para acabar.
Marta Cobo, que realiza un doctorado en Filología Hispánica, se unió al proyecto en 2012. Su tutora de tesis es precisamente Lola Josa y cuando se lo propuso, no lo dudó. “He tenido antecedentes de enfermos de cáncer en la familia y quería participar”, asevera. Fue una de las personas que ayudó a Anna durante esta dura etapa. “Hacemos de enlace entre universidad y estudiante. Muchas veces es burocracia, como ayudarlos a convalidar títulos o traerles documentación, pero son trámites que necesitan”, tercia la joven, que durante este tiempo ha trabajado codo con codo con tres estudiantes. “A veces son de primer curso. Acaban de entrar y no conocen cómo funciona el entorno virtual. Nosotros se lo explicamos”, añade. El equipo de colaboradores fijos lo forman tres estudiantes de tercer ciclo que reciben una pequeña beca de la UB, a los que se añade un grupo de voluntarios.
Se trata de un proyecto pionero en el ámbito universitario, pero ya existía en primaria y secundaria, porque son etapas educativas obligatorias y la Administración pone los medios. En total, 19 profesores trabajan en 10 hospitales. Laura Torelló hace casi dos décadas que trabaja en el aula hospitalaria del Vall d’Hebron y también destaca el beneficio para los chicos. “El estudio supone hacer una pausa dentro de la realidad de la enfermedad y también les permite cierta satisfacción ver que no han perdido todo el curso cuando se curan y vuelven a casa”, dice la profesora. “Los médicos dicen que seguir estudiando les ayuda en la curación porque no piensan en la enfermedad y se concentran en una actividad concreta”, añade.
A la Asociación Española Contra el Cáncer no le consta proyectos parecidos en universidades públicas y aplaude la iniciativa de la UB. “Sería lo deseable que la enfermedad no frene completamente los estudios”, sostienen, esperando que otros campus copien la idea. “Tomamos nota”, zanjan.
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